Andi comenzó a elaborar vino con su padre desde joven y a partir del año 2015 se hizo cargo del viñedo familiar. En 2018 decidió hacer la conversión a la agricultura sin químicos y la vinificación orgánica y natural, siendo así uno de los pioneros entre la nueva ola de jóvenes enólogos de Alemania que incorpora estas prácticas.

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Sus viñedos están ubicados en Iphöfer Kronsberg, una colina que presenta suelo Keuper, lleno de piedras antiguas y minerales que hacen que los vinos sean herbales, frescos y crujientes y sin un alto contenido de alcohol. Su enfoque ha sido único porque, a diferencia de otros productores, aprovecha la parte inferior de la colina o las laderas para lograr una mayor sutileza en sus vinos.

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Las uvas son seleccionadas a mano, pasan por una fermentación espontánea y envejecen en barricas de roble viejas, lo que representa el compromiso de Weigand de crear vinos que sean potentes y refinados. Utiliza una prensa de canasta de 80 años y los vinos se envejecen en grandes barriles de roble de la zona, con la adición de ánforas y quevris para los vinos de contacto con la piel. Los viñedos están plantados predominantemente con uvas Silvaner, algunas de las cuales tienen más de 50 años. Además, elabora todos sus vinos sin utilizar clarificación, filtración ni sulfitos.